top of page
6457777_edited_edited_edited.jpg

EL SILENCIO

Los tombos son unos … vaya, vaya.

  • Foto del escritor: Laura Villarreal A.
    Laura Villarreal A.
  • 4 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 29 oct 2021


ree

Bueno, primero que cualquier cosa, quisiera empezar admitiendo que los dejé un poco olvidados. Me disculpo ante ustedes; la vida adulta llegó con estrés y ansiedad por el futuro. Como decimos por acá, tocaba coger el toro por los cachos o sino me iba a volver loca. Peeero bueno, después de mucho tiempo de reflexionar y hacer muchos ejercicios de introspección, he venido recargada. Desde hace un buen tiempo he tenido el impulso de sacarme una espinita, pero no sabía cómo hacerlo. Sea una o sean un montón de personas las que lean esto, siento que he creado mi espacio seguro para compartirles mi sentir. La verdad es que jamás he sido muy fan de la Policía como institución y en estos días he afianzado mi pensamiento. No voy a caer en una generalización complicada. No hablo de los policías como seres humanos, sino de la institución constitucionalmente creada para salvaguardar la paz y convivencia entre los ciudadanos colombianos.


Hace ya un par de semanas con todo lo que estaba pasando en Bogotá –y en general en el país– me di a la tarea de averiguar un poco más sobre la Policía. Siempre he creído que, antes de atreverse a criticar, toca sentarse a hablar con argumentos suficientes. Entonces, antes de contarles el rifi rafe que he vivido con esta institución durante mi viaje terrestre a Barranquilla, voy a hablarles sobre mi mini investigación. Según lo que leí, la Policía tiene como objetivo “el mantenimiento de la convivencia como condición necesaria, para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz fundamentada en el código de ética policial”. También leí en la página de la institución que esta está regida por unos principios y valores que promueven la honestidad, la equidad y coherencia, la disciplina, la dignidad y la excelencia, entre otros.


Ya tenía una publicación casi que lista hablando del abuso de la fuerza y el poder por parte de algunos miembros de la Policía. No lo hice público por cuestiones que les comenté en el primer párrafo. Sin embargo, un par de situaciones que me han pasado en los últimos días me han traído ante ustedes para desahogarme. Para no alargar el cuento, aquí les traigo el chisme completo. Todo empieza el pasado lunes cuando, muy emocionados, mis papás y yo hemos cogido carretera desde Bogotá hasta Barranquilla. En el trayecto, en una ocasión, un retén de la Policía de Tránsito nos detuvo. Como es de costumbre, la cédula, papeles del carro e información de la ruta. La conversación trascendió sin ninguna complicación. “Señores, todo en orden, que tengan buen regreso”. Seguimos nuestro camino hasta llegar a nuestro destino.


El pasado miércoles, a eso de las 6:30 pm, yendo de la casa de mis abuelos a mi casa, unos policías en una moto nos tocaron el vidrio en pleno semáforo de la calle 79 con carrera 51b. Mi papá lo bajó y ellos nos pidieron parquear. Al cambio de semáforo, mi papá cruzó la calle, buscó dónde parquear y se detuvo. Un policía se bajó de la moto y pidió papeles. No iba identificado como tránsito; era policía de vigilancia. Le preguntó a mi papá en qué trabajaba y, al ver que todos los papeles seguían en orden, nos dejó seguir. Hoy se repitió la historia. Bajando por la calle 77, justo antes de donde está el William Chams, unos policías en moto empiezan a pitar. Mi papá, al ver que no había más vehículos, baja el vidrio y, con señas, pregunta que si la cosa es con él. Efectivamente, era con nosotros. De nuevo, a parquear.



Esta vez, a plena luz del día, se repite “la rutina”. ¿En qué trabaja? Ganadería. Piden papeles del carro y cédula. Intento pasar la mía y no me la reciben. Me pareció extraño, pero bueno. Uno de los agentes (que de la nada se multiplicaron y eran tres) le pide a mi papá que se baje del carro y yo pierdo audio de lo que está sucediendo afuera. Varios minutos pasan y veo cómo alegan frente a algo de la tarjeta de propiedad. De la nada, mi papá sube al carro y me dice “querían inmovilizar la camioneta, nos van a escoltar hasta la casa para guardarla”. En esas, el primer policía que nos aborda, le dice a mi papá “no queremos problemas, ¿cierto? ¿todo bien?”. Yendo en camino a la casa, escoltados por dos motos con luces encendidas, mi papá me va contando todo lo sucedido. Lo amenazaron con llevarse la camioneta a los patios si no les daba dinero porque supuestamente la revisión tecnomecánica estaba vencida.


Obviamente no me quería quedar con la espinita. Me puse a investigar y le dije a mi papá que esto no era legal. Los agentes sabían lo que estaban haciendo y se mantuvieron lo suficientemente alejados para que no se pudiera fotografiar la situación. No estaban identificados como tránsito y, tras de todo, uno de ellos tenía el tapabocas de babero. Pero bueno, después de semejante tumbada y una rabia ni la triple hp, mi papá y yo aprendimos algo nuevo que creo pertinente compartir con ustedes, queridos ciudadanos: la Policía que se encuentra identificada como vigilancia SOLO puede pedir cédula de los pasajeros y tarjeta de propiedad del vehículo. Esto con el fin de verificar antecedentes, no más. Por consiguiente, cabe enfatizar que aquellos agentes identificados como tal, NO están facultados para imponer partes/multas/comparendos relacionados con el tránsito del vehículo, ni para inmovilizarlo.


Entonces, tal y como le repetí miles de veces a mi papá hoy, no hay que tenerle miedo a estos que se creen la autoridad por estar respaldados por un uniforme que no están llevando con la honestidad, la equidad y coherencia, la disciplina, la dignidad y la excelencia debida. Aquellos que hacen parte de las instituciones públicas, como se los mencioné al principio, están para velar por nosotros, los ciudadanos, no para corromper la institucionalidad de su uniforme. Promovamos nuestro activismo como ciudadanos y utilicemos el Código de Policía en nuestro favor. Nosotros tenemos derecho a grabar estas situaciones y a confrontar con argumentos a aquellos que creen tener autoridad sobre nosotros, siempre y cuando tengamos conocimiento de causa. Por ende, buscando que a ustedes no los claven como a nosotros, los invito a grabar todo procedimiento que identifiquen como irregular y a hablar con propiedad frente a un policía que está extralimitando sus funciones. El Estado es por y para nosotros, no lo olvidemos.

 
 
 

Comentarios


bottom of page