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EL SILENCIO

La metamorfosis de los onvrecitos.

  • Foto del escritor: Laura Villarreal A.
    Laura Villarreal A.
  • 27 mar 2023
  • 5 Min. de lectura

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Me di cuenta que hay algo de mí que no puedo obviar. Pensé que era algo por lo cual podía hacerme la loca y lograr pasar por desapercibido. La verdad era otra. Era más que lógico y cualquiera que tuviese una pequeña, pero sustanciosa, conversación conmigo, lo notaría. La verdad es que me encanta no quedarme con la curiosidad. Me encanta resolver la duda que me genera el no saber algo y querer aprender de inmediato. Sí, ya sé que saben. Soy ñoña. No lo puedo negar. Me encanta serlo y no lo pienso cambiar. Eso sí, debo admitir que esa sed de conocimiento me ha llevado a perder algunos, pero a ganar la mayoría de debates en los que participo. Pero bueno, como raro Laura disociando y saliéndose del tema. El cuento acá viene a ser que, por culpa de la ñoñera que me da de vez en cuando y de cuando en vez, descubrí algo que me hizo retomar mis ganas de escribir. Algo de lo que no sé porqué me he demorado tanto en escribir.


Para no echarles carreta, iniciaré por donde es. El cuento es que, en estos días, me enteré que el 19 de marzo se “celebraba” el día del hombre. Ante semejante contundencia de fecha en el calendario colombiano, obviamente no me iba a quedar con la curiosidad de entender de dónde había salido tan estruendosa conmemoración. Sin más, me he puesto a estudiar de dónde viene la importancia de reconocer esta fecha como relevante a nivel mundial. Para mi asombro, existe una historia “de peso” que brinda un trasfondo o trascendencia a la fecha. No obstante, todo parece indicar que el verdadero día del hombre es el 19 de noviembre. Para aquellos que saben más del tema, bienvenidos sean los machitos cultos a mansplain este acontecimiento. Para los que no, acá viene el trasfondo o, lo que yo llamaría, una historia mal contada.


Bueno, pero ¿por qué tanta polémica? Resulta, pasa y acontece que, tratando de encontrar de dónde viene la denominación de este día en el calendario, no hay coherencia en las narrativas encontradas en internet. En primera instancia, se dice que Thomas Oaster, el director del Centro de Estudios Masculinos de Missouri, Kansas, EEUU, fue quien, para inicios de los 90, empezó a movilizarse en torno a distintos “asuntos masculinos”. Por otro lado, también se habla de Jerome Teelucksingh, quien desde Trinidad y Tobago, organizó los primeros eventos en torno a la violencia doméstica y los modelos masculinos, entre otras temáticas. No obstante, el primero solo buscaba tener de dónde agarrarse para exaltar los logros masculinos y el otro tenía un complejo de edipo invertido ni el hp y quería demostrar lo buen hombre que era su papá.


Ajá, ¿y entonces cuándo y qué es lo que se celebra? El movimiento líder del Día Internacional del Hombre conmemora su lucha cada 19 de noviembre en alrededor de 60 países. Sin embargo, este no es un día reconocido a nivel mundial ni aceptado por las Naciones Unidas como una fecha a resaltar por los países, sino que es un momento de debate y aprendizaje entre las comunidades que lo conmemoran. Eso sí, la razón detrás del 19 de noviembre tenía que ser tan tonta como la justificación de este día en sí misma: el 19 de noviembre es el cumpleaños del papá de Teelucksingh. Ahora bien, cabe destacar que, a partir del año 2009, el Comité Directivo del Día del Hombre planteó seis objetivos por los cuales se trabajaría en esta fecha, los cuales son: “promover modelos masculinos positivos, celebrar sus contribuciones a la sociedad, atender la salud masculina, denunciar la discriminación a los hombres en ciertas áreas, aumentar la seguridad y mejorar las relaciones de género y la igualdad” (Bermejo, s.f.).


Después de ñoñearles con opinionadera, mi conclusión creo que ha sido clara. El debate, para mí, está mal planteado. Si bien creo que unos de esos puntos deberían estar constantemente enmarcando el debate público (bueno, en el privado también), creo que buscar un reconocimiento dentro del calendario, es orinar fuera del tiesto. ¿Por qué hablar de salud masculina y no hablar más bien de salud humana desde su integralidad? ¿Por qué celebrar las contribuciones de los hombres en la sociedad y no más bien buscar mecanismos para desincentivar prácticas masculinas violentas? ¿Por qué, en vez de hablar de discriminación hacia los hombres, no hablamos de tolerancia hacia la raza humana? ¿Por qué, en vez de buscar movilizar al patriarcado opresor, no buscaron cambiarlo en un proceso de integración y metamorfosis real?


Para mí, el debate recae en encontrar soluciones para los problemas trascendentales. Para mí, es más una cuestión de proponer incentivos negativos hacia conductas normalizadas. Para mí, lo que hay es que tener suficiente criterio para juzgar y defender posturas que rompan con el esquema tradicionalista. Para mí, el buscar darle una voz a una lucha que ha quedado inmortalizada por culpa de la tradición opresora patriarcal, implica seguir generando división e inequidad. Hablar de la salud mental debe ser un debate que incluya a toda la humanidad. Hablar de contribuciones a la sociedad debe ser un debate que incluya a toda la humanidad. Hablar de discriminación debe ser un debate que incluya a toda la humanidad. Hablar de problemas reales, amerita tocar raíces reales y proponer soluciones reales.


Es por todo lo anterior que creo, más allá de ser el debate de unos y otros, que la raíz de todo esto es una cuestión de normalización de conductas intransigentes. Así, tal cual, sin segregar el debate entre hombres, mujeres, indígenas o mestizos. Así, tal cual, sin meternos en la cabeza que divididos logramos más. Quítense esa idea de colonos europeos en África durante los siglos XIX y XX, en donde hacer que las tribus se enfrentaran era el único mecanismo viable para garantizar el reinado del ser superior. Seguir con las prácticas divisorias solo genera una replicación constante de los patrones violentos de épocas aquellas donde ser hombre blanco, alto, rubio y ojos azules, era lo único que te permitiría triunfar. Y es que en pleno siglo XXI seguimos creyendo que por el simple hecho de que “así se ha hecho siempre”, nos estamos tirando los avances societales en materia de inclusión e igualdad en muchos aspectos.


Como resultado de los argumentos antes planteados, es que quiero regalarles este espacio de reflexión para hacernos un llamado como sociedad hacia la metamorfosis del comportamiento onvrecito. Que esto que aprendimos hoy sea un llamado a la deconstrucción. Que se convierta en un llamado a liderar espacios de vulnerabilidad en nuestros espacios de influencia, Que abanderemos el llamado a construir entornos seguros para nuestras amistades, familiares y demás personas partícipes de nuestra cotidianidad. Que esto se convierta en un llamado a permitirse sentir; un llamado a reconocerse verdaderamente humanos. Estamos a tiempo de trabajar en pro del desarrollo perdurable de nuevas masculinidades, de hombres capaces de autodenominarse pares en una lucha en pro de la humanidad, no de reconocimiento ni de exaltación.


Ah y por cierto, gracias a todos aquellos que han asumido nuestra lucha feminista como parte intrínseca de su ser y abanderan al resto con su proceso de deconstrucción individual. Gracias porque es por ustedes que sigo teniendo algo de fe en esa parte de la sociedad. Gracias por demostrarme que, a pesar de que la mayoría son onvrecitos, hay unos cuantos que sacan la cara por el equipo para demostrarnos que el cambio en esta sociedad tan chapada a la antigua, sí es posible. Por todo esto y por todo aquello por lo que el espacio no me dio para mencionar, feliz día del hombre a todos aquellos que han logrado serlo y, a lo que no, tranquilos que ya casi llega el día del niño. Amén.


 
 
 

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