No hay receta mágica para una 'dating app'
- Laura Villarreal A. 
- 5 sept 2022
- 5 Min. de lectura

Siento que mi vida amorosa últimamente ha estado llena de “hey, por ahí no te metas que por ahí no es”. Según TikTok, seguramente es porque la vida está haciéndome llegar al camino correcto, mientras me desvía de tentaciones y situaciones innecesarias. Pero, ¿y si me quiero bajar del bus un ratico? Ah no mi amor, watch out con el porqué te quieres bajar porque fijo llega un man y las caga de nuevo. Porque esa es otra, si no es la vida evitando que me descarrile, son los manes con tremendas red flags gigantes colgadas en el cuello. Entonces, ¿cómo es que es, vida mía? ¿Para dónde vamos? Como dijo Bad Bunny, “este verano se queda solita” porque está más que comprobado que los manes no valen pan. Ay Laura, pero las viejas tampoco. Okay, okay… soy una vieja súper hetero que solo tiene potestad pa’ criticar a los manes heteros, lamento decepcionarles (e igual no pienso meter las manos al fuego por nadie). Entonces, voy a aprovecharme de esta gran oportunidad (empute, pero ajá) que me ha dado la vida para contarles de mi experiencia en una aplicación de citas intentando desafiar la soltería (o eso creía).
Empezando por donde es, cabe resaltar que toda mi vida he sido una morronga que come callado y que ha preferido evitar las conversaciones incómodas. Después de muchas experiencias, especialmente algunas muy poco gratas, aprendí que siempre toca hablar, aunque tiemble la voz. Aprendí que, si no gusta, no se hace y si gusta, se hace dos veces. Aprendí que lo que está bien es porque está bien para mí, no para mis papás o el molde extraño en el que nos criaron. Entonces, a partir de ese montón de aprendizajes, decidí empezar a arriesgarme de vez en cuando a salir de mi zona de confort para aprender un poquito más. Para los que saben de eso, soy sagitario, signo de fuego. Para los que no sabemos de eso, soy costeña con familia caleña y santandereana. ¿Qué significa eso? Pelos en la lengua pocos y empuje, mucho. Así fue que, un día me entró el arranque de descargarme una aplicación de citas pa’ ver cómo era la cosa. Obviamente la decisión estuvo influenciada por mi amiwito el mala hora, pero, sin que él supiera y en medio de una reunión de trabajo, -CHAZ- apareció Bumble en la pantalla de mi celular.
Bueno, a seleccionar fotos, añadir un par de cositas más y que empiece el juego. La verdad es que, después de tantos meses de ida y vuelta en esa app, me di cuenta que uno se la pasa jugando a ser Darwin y poner en práctica su propia estrategia de selección natural. ¿Que está muy bajito? Este no. ¿Que solo tiene fotos con gafas? Algo oculta. ¿Que solo tiene fotos con amigos? Fijo es el feito del grupo. ¿Que solo tiene fotos sin camisa? Small dick energy. ¿Que pone frases súper profundas, pero solo tiene una foto? Algo anda mal. ¿Que critica la app, pero sigue ahí? Amiga date cuenta. Podría seguir la lista, pero qué mamera, está mejor el chisme de trasfondo (manes, mejor pídanle un consejo a su amiga soltera que ella les mejora el perfil tan básico que tienen). El cuento es que, por algún lado, se termina haciendo match con alguien que pasó el primer filtro. Ahora, la tan anhelada conversación. En mi parecer, aquí es donde se cancela la mayoría y, lo mejor del caso, es que lo hacen solitos.
Yo soy una persona que no deja morir una conversación por un ‘jaja’ si está interesada, pero eso también implica que voy cortando la charla si soy la única que le está metiendo pedal a esa vuelta. Además también soy de las que solo habla si está interesada porque nunca he estado dispuesta a perder mi tiempo en bobadas que no me aportan nada de servicio. Entonces, como dije ahorita, estas primeras conversaciones en la app se convirtieron en el mejor filtro de todos porque, primero, la mayoría de manes no leen lo que pones en el perfil, solo miran las fotos y te preguntan mil veces lo que ya te tomaste el trabajo de escribir. Como el 95% de los targets no son capaces de invitarte a salir y, si tu propones que te inviten, algunos se aculillan porque una mujer empoderada les da miedito (tan cagados pues). También, muchos creen que, porque una mostró la iniciativa, es porque va a acceder a comérselos de una vez y pues no, que te invite a parchar o a mi casa no significa que te invite a mi cama, mi amor. Aparte, todo el mundo invita a tomar café o pola. ¿Por qué no piensan en las que no tomamos café o pola? Hay que usar un poquito más la creatividad, señores.
Miren, yo les voy a decir una cosa muy seria. Llega un momento en la vida de las personas en donde ese cuentico de “no te voy a decir qué quiero o en qué ando porque prefiero evitar la fatiga”, se vuelve pura mierd*. Para mí, eso es pura falta de autoconocimiento; gente que no se ha tomado el trabajo de sentarse solitos a hacer el ejercicio de autoevaluación para lograr descifrar qué quiere y para dónde va. Entonces, llegan a una app de estas a buscar culitos, pero sin responsabilidad emocional y sin la capacidad de ofrecer algo más que un orgasmo. Señores, lamento informarles que muchos de ustedes ni siquiera están en la capacidad de ofrecer un orgasmo mejor de los que nosotras podemos lograr solitas. Es aquí donde viene mi gran pregunta: ¿qué me ofreces que yo no pueda conseguir por mi cuenta? ¿Dolores de cabeza o más terapia? Ni que me fueras a resolver la situación después o me fueras a pagar las sesiones con el psicólogo… la gente no vale pan como para gastar el tiempo así.
Eso sí, no me voy a poner a echar carreta de la mala nada más porque sí que hay aprendizajes de la tremenda salida de mi zona de confort y, como yo creo fielmente que el conocimiento está para pasarlo, acá van algunos tips. El primero y el más obvio por lo que ya he dicho, sáquenla del estadio con una primera cita que sea diferente y quede grabada para la historia, así solo se quieran comer. Shoutout a Bumble por haberme dado la mejor primera cita de mi vida. Segundo, escojan muy bien sus matches y no bajen estándares por extraños así solo estén buscando comida en el supermercado. Tercero, SIEMPRE tengan la conversación incómoda de “bueno, ¿y tu qué buscas en la app” para evitarse futuros dolores de cabeza. Cuarto, sean ustedes mismos en todo momento; siempre va a haber alguien que se enganche. Quinto, no mientan porque primero cae un mentiroso que un cojo (siempre nos la pillamos, señores). Sexto, aprovechen el conocer gente y afianzar lazos, así sea para hacer nuevos amigos, conseguir followers para el emprendimiento o likes en Instagram. Séptimo, láncense al vacío e intenten estrategias nuevas de coqueteo que así terminan encontrando su propio estilo. Octavo, no hay receta mágica.
En fin, la verdad es que, gracias a esa aplicación, tuve las peores y mejores citas de mi vida. Ha sido una travesía inconsistente, pero increíble de aprendizaje y autoconocimiento que me ha fortalecido mi signo de fuego y, sobre todo, mi amor propio. Con esto, no voy a que me he amado más gracias a los demás, sino que he aprendido a conocerme mejor con respecto a lo que me gusta y lo que no, en muchísimos aspectos de mi vida. Con decirles que, gracias a un man con el que salí, terminé haciendo una tabla en Excel que contiene mis ‘no negociables’ de una interacción interpersonal seria. Por último, gracias Bumble por demostrarme que tengo los estándares bien altos y soy capaz de tener una conversación incómoda con un man que apenas estoy conociendo con tal de que ni él ni yo perdamos el tiempo. Conclusión: hablen, sean ustedes, ofrezcan algo que valga la pena y no pierdan ni quiten el tiempo de gratis.




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